El lastre de las deudas y la morosidad en la cerveza artesana

7 abril, 2024by Aitor Pedrueza0

Vaya por delante que el problema de la morosidad es una realidad presente en cualquier sector de la economía y las actividades empresariales. Pero la cerveza artesana no se libra de ello, siendo en ocasiones un tema de corrillos y en cierta manera un tabú del que no se suele querer hablar en público.

En aras de dar visibilidad a continuas denuncias expuestas en conversaciones privadas, se hace necesario abrir el melón y tratar un tema que lejos de ser esporádico, está aumentando tras la pandemia y el estrangulamiento de la economía.

En una ocasión uno de los cerveceros más reputados en Cataluña por sus cervezas, su buen rollo y por su honestidad nos dio el mejor titular para documentar esta situación. «Prefiero irme del sector sin tener deudas con nadie». Cuando bajó la persiana ni siquiera la situación pintaba tan mal, pero prefirió adelantarse a una posible situación en la que deber a un compañero de profesión sería la acción menos profesional para los que defienden un modelo de vida basado en lo artesano.

¿Compresión o abuso?

Y es que deberíamos trazar una línea entre los que debido a una situación incontrolable han padecido momentos económicos duros, dejando un pago como deuda temporal; frente a los que actúan acumulando facturas sin pagar como si fuese una bola de nieve.

La falta de solvencia económica puntual es una situación que duele, pero podemos entender y ser comprensivos cuando se actúa de buena fe. Muchos cerveceros apenas consiguen flotar cuando se dan circunstancias como no dimensionar la apuesta por empezar un proyecto cervecero, o cuando el equipo se estropea, o un bar que pinchaba sus barriles cierra. Pero hay comportamientos que se vuelven crónicos como dilatar los pagos – o incluso no pagar desapareciendo-, o hacer normal el pago «cuando se pueda» que en realidad es más un «cuando quiera».

De hecho, la morosidad no solo proviene desde la producción, si no que se acentúa más entre los eslabones de la distribución o de la hostelería. En ambos casos, algunas de estas empresas o establecimientos no dudan a la hora de pagar a un acreedor industrial, capaz de amenazar con abogados o intereses más altos, pero frente a los pequeños elaboradores de la cerveza artesana aplican la doctrina de Clint Eastwood de «Sin perdón«.

Valgan estas líneas para que en primer lugar los cerveceros no sientan que están solos, y que el resto de actores del sector los vemos como imprescindibles. Sin vosotros no hay ese momento cervecero. Por otro lado sirva como reflexión para hacer más piña, para juntarse a la hora de presionar a esos morosos habituales y para que queden retratados cuando esos impagos no sean una situación temporal, si no una práctica habitual asumida.

No se trata de señalar o hacer una Caza de Brujas -ni mucho menos- pero sí de lanzar un mensaje de que el mejor eslogan que se puede lanzar desde la cerveza artesana es el de «Somos diferentes porque hacemos las cosas diferentes«.

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